
«Este no es el final amigos, pero casi, sin tiempo ni para morir, aunque muchos me hayan dado por muerto (verdad Javier, ya te gustaría que escribiera sólo para tus ojos), pero aquí sigo vivito y coleando. El mundo nunca es suficiente para que toda mi mala baba y retranca se acaben algún día, como aquellos diamantes para la eternidad. En este jodido presente de telediario, que nos ha tocado vivir, donde esa infausta guerra enviada desde Rusia con amor, de la que ni quiero ni voy a hablar, nos ha enseñado que la máxima parece que es la de vive y deja morir. Siempre nos queda el consuelo de que el mañana nunca muere, y ese es el territorio donde se sigue construyendo, no sin verdadera dificultad, el Palacio de mi Memoria (espero que lo entiendas ahora Miriam), Desde que empecé este blog, de la mano de la depresión, he aprendido que sólo se vive dos veces (y esta es mi segunda vida, la que perdurará para siempre en el océano de la información). Como un fiel escudero un día decidí ponerme al servicio de su majestad la PALABRA, y en ello ando todavía, repartiendo a diestro y siniestro, y he decido que hoy no toca, que ya moriré otro día.»
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